octubre 12, 2008

El Pelado Pigni lleva trece años sin interrupciones con una misma camiseta: la de Ferro.
«Nunca vi un peso, pero mi satisfacción es enorme»


Después de la sensacional goleada que Ferro le propinó a Caballito, la mayoría de los flashes y micrófonos apuntaban a Pablo Cigliano, figura y autor de cinco de los once tantos. Entretanto, tan feliz como el resto de sus compañeros, aunque con un perfil mucho más bajo, se retiraba Luciano Pigni, un defensor que no se tutea con el brillo ni con la espectacularidad, pero que, al igual que en los últimos trece años, dice presente cada vez que juega Ferro. “Este triunfo es increíble, aunque para nosotros se trata de un partido más, nada que ver con un clásico, como lo toman ellos”, manifestó Pigni, que está a punto de cumplir 29 años. “Con mi actuación personal también estoy contento. Diego (Meirama) me dio la oportunidad y pude jugar los últimos dos partidos”. El Pelado intervino en un breve lapso del encuentro y algo similar ocurrió en el resto del año. Sin embargo, afirmó sentirse tan partícipe como todos los demás. Claro que para que eso ocurriera, debió dejar de lado una crisis personal que casi lo lleva a decirle adiós al futsal: “Como casi no entraba, anímicamente estaba hecho m.... Hace unas tres semanas había decidido dejar. Si no lo hice fue porque los pibes me pidieron por favor que siga. Ellos me consideran un referente de este grupo y como además son mis amigos de toda la vida, me convencieron”, confesó.
Con respecto al técnico Meirama, sostuvo: “Con Diego me inicié en esto y es mi amigo desde hace mucho. Si me tiene que sacar, me saca y si me tiene que poner, me pone. Pero eso no va a influir para nada en nuestra relación”.
Siempre con la misma camiseta, Pigni hace trece años que juega futsal. Y muy lejos de tener un objetivo económico, aseguró que el amor por los colores es lo único que lo moviliza: “Hace 25 años que soy socio del club y para mí este deporte es todo a pulmón. Hace mucho que le vengo dando y dando. La mayor alegría que me dio el futsal es poder jugar por la remera de la que soy hincha”.
Cada día, las seis de la mañana encuentran al Pelado levantado y listo para empezar con su reparto de pan. Por las noches, las once marcan el regreso al hogar, luego de las prácticas. A pesar de eso, no hay quejas: “Nunca vi un peso, pero siento una satisfacción enorme. ¿Si alguna vez se me ocurrió cambiar de equipo? Nooo, ni en pedo...”